no te quedes quieto.
Mi mirada es penetrante;se esfuerza en examinarte.
Compite siempre, incansable
con tus insinuaciones fugaces,
esas que me hacen reir
y esperar también el desastre.
Si mi sonrisa miedosa,
te enseña más de lo que yo quisiera,
siéntete afortunado,
pues hoy te muestro la luz,
que mañana podrá ser tristeza.
- salvada por la blanca campana -
de esos brazos que, si pueden, me atrapan.
Llegaré otra noche a casa
ebria mi cabeza de pensar.
Me desharé las trenzas del pelo,
dejando así volar mis recuerdos
pasaré la noche junto a mi cuaderno,
que tantas veces me da consuelo,
que tantas veces me da equilibrio
en este camino, entre la paz y el lamento.
E.
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