Por mi parte te digo
quizás no soy una tipa espigada
con un pelo cuidado siempre o
rara vez de uñas bien,
pero es que me gusta el sabor de
mis dedos en mis labios
porque además encuentro en ellos
mi deleite de por las mañanas.
Algo obstinada, sí, puede. Lo soy.
Yo de monte de ciertos defectos que
con el paso del tiempo
agudizo sólo por la necesidad de hacer que algo en mí
no desaparezca nunca
porque yo no quiero ser el río de Heráclito.
Que no yo de ojos verdes, no te empeñes
que no yo de toda ternura
pero que sí, soy toda
notablemente huidiza de entre los sustos
de inseguridad y agobios,
y graves problemas de orientación
en la vía pública o privada
pero sabes,
me encanta que sonrían
cuando dicen mi nombre; me miren
y sonrían. Y adoro
que me hagan caminar
en todos los sentidos que se puedan extraer.
Puede que me cueste escribirte,
pero todo va siempre bien colocado.
Yo de diáfana, anacrónica, de eso, todo completo.
Que no yo de esculpida mujer veinteañera,
ni modelo de juventud prototípica a tiempo
real
ni completo,
o tampoco parcial.
Mucho menos ideal.
Pero y tú,
por tu parte,
¿qué me dices tú?
B.