La gracia con que se mueve la dicha
felicidad que a muchos trata de pasajeros
de ida y vuelta. Y vuelta
a caer en la manía;
Conocerla una vez, nunca, siempre y cuando
la meta no lo sea.
Juega con cada ocasión
que tiene de jugártela
porque es la más querida y des-
preciada de este mundo.
Es amante de buenos, malos y peores
los que más. Y nunca le basta con nada,
con nadie
y mucho menos con todo.
Ha sido mi ramera lozana,
que siempre me ha buscado y nunca
me ha querido solo a mí.
Trasto de todos estos años,
estorbo de ninguno. A veces,
todavía te apareces en segundos
bajo guardia: trance sinestésico
de clavo en la boca. Saber-te
conocido.
Haberte sabido encontrar entre los callos
de los dedos que pretenden agarrar.
Aún está, cuando me quiere
bien estar, y cuando surge agazapada
en las esquinas.
Porque, hasta para ella, felicidad
es también un remoto instante,
ya olvidado.
Indescriptible
Antipoético
Indecible