Sunday 24 April 2011

   
    Esto no es una carta, sino una confesión. Confieso que tengo sentimientos; eso que tanto me costaba reconocer, algo, hasta hace poco, fácil de esconder. Y es que no sé, si es la melancolía de mis propias letras, que cada vez que me enfrento al blanco estampado del papel, me derrumbo. Mi circulación se activa, comienza a bombear sangre a borbotones, dándole hipersensibilidad a cada milímetro de mi piel. Mi respiración se vuelve discontinua; se corta y se mezcla entre el ahogo y la ansiedad, mientras mi garganta se seca, dejando solo algo de humedad en mis tristes ojos de niña ingenua…
    Y así me quedo, noche tras noche… de soledad. Y me pregunto si es esto lo que yo quiero, o es una absurda respuesta a algo que creí claridad.
    Ahora mismo no puedo pensar en nada más. Solo en llegar a casa y hablarte, sin tener nada que decirte, solo reírte y poner en común mi mente y la tuya. Nada de conversaciones ocultas, solo amistad atenta y pura y, por qué no, quizá también, algo de seducción, que no hace mal a nadie, o eso creía yo.
    Hoy, por primera vez he puesto en duda tu palabra – quizá solo en mi imaginación, - pero eso quedó -. Me he preguntado si es a ti a quien conozco, o tan solo a un mero impostor. Y yo no entiendo nada, porque qué le voy a hacer si eres tú quien me da la inspiración. Esa soy yo, alguien que necesita la pasión de sentir. Sentir para poder vivir. - Porque sí – Porque mi espíritu es romántico. Porque es esta maldita lluvia la que mueve mi corazón y… mis manos.





Ser Ininterrumpidamente

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