Me reinvento con cada palabra que me pronuncias. Me sorprendo, aún, con cada
provocación.
Renuncias, cuando hace mella la insinuación. Y tan siquiera sé si espero tu acción.
Persigo sinceras caricias, que me curen las heridas, tras a este vacío demoledor...
que persevera, que espera mi caída; pues deambulo al filo del acantilado como el lunático,
errático, buscando dirección.
Y ahí estás tú, o no. Escapas a la imaginación.
Pues no sé aún si eres la causa de mi busca, o la de mi perdición.
E.
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