y no precisamente
por tratar de hacer las piezas encajar,
sino por tener la quijotera
hecha trizas.
Poco a poco fui tratando de unirlas
con super-glue,
aunque en la mayoría de los casos
solo conseguía marearme
-ya ves, un colocón de violentas experiencias-
Un día
se me ocurrió algo insólito.
Le di la vuelta a todo.
Ahora tengo los pies en la sesera.
Ya entiendo lo de la ampolla en el cogote.
E.
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