Todos mis principïos
se fueron al final
tan rota por füera
como fuego por dentro
estrellada
dejando para ayer
lo que era un mañana
de recinto entero
terminado en obligación
concluida
para estar siempre
con lágrima antepuesta
llena de sitios que no
fueron nunca el mío
intrincada
como la señal más dulce
que pudiste ofrecerme,
sin rachas de por medio;
simplemente tu usual
definida
y adictiva tradición
de soltarme y lüego
coger otra vez para
requerirme ahora.
Agradecida
por el último golpe.
Sencillamente porque
aquel remate final
fue el mejor de todos.